¿He de, para ser víctima, victimizarme
y hacer de mi dolor escaparate?
¿He de ofrecer mi sufrimiento
a la vista de hienas visuales?
¿Cuál es el punto de dolor que he de guardarme
para purgar privadamente el sufrimiento?
¿Hasta cuantos decibelios ha de llegar mi desgarro?
¿Ante cuantas gentes?
¿En cuantos lugares?
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