He renegado de ti varias veces esta tarde
He sentido ganas de gritarte, de insultarte.
Al final me encontraba muy turbado
mientras tu me ofrecías tu actitud indiferente.
No entiendo que nos pasen estas cosas,
no entiendo esa pasión que nos embarga,
ese afán que nos lleva a herirnos tan profundo
como solo puede herir un total conocimiento,
que nos nubla la razón de cualquier discernimiento.
No importan, mientras salen, las palabras,
y una vez dichas duele tanto haberlas dicho
como duele el tener que escucharlas.
Nos damos después la vuelta
como si el volverse llevara a la ignorancia
pero no es la ignorancia lo que encuentro,
no es la ignorancia, ni el olvido, ni el desprecio,
es solo una suerte de suplicio, un anhelo,
el de hacer que ese instante no ocurriera,
poder volver atrás todo este tiempo
y al revivir saltarme ese momento.
Supongo, no obstante, que el amor necesita desfogarse,
Que lo cotidiano propicia el desencuentro
Que el día a día se transforma en desacuerdo,
que la disputa es un resplandor que ilumina el reencuentro.
pero aun así, aun sospechando que ese sea el motivo,
en esos momentos prefiero un amor menos intenso.
(IV)
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