He
vuelto a abrir la bolsa
después
de largos años.
Inertes
esperaban a mi mano
como
soplo de vida que no llega.
Mis
chapas, viejas compañeras,
quitaban
con sus brillos importancia
a
sus pobres esquinas oxidadas.
Aun
tenían sus papeles, plastilina,
con
los nombres de figuras
de
hace tiempo, futbolistas,
ciclistas,...
todo un mundo paralelo.
También
hoy, por eso lloro,
entendí
que al mirarlas no se eleva
el
rugido de pistas y de estadios.
Ya
no están con ellas los clamores
que
antaño despertaban en las masas.
Mi
garganta ya nos las aclama
en
su pase perfecto o pedalada.
Ya
no, ya solo son chapas,
y
un poco con su vida va la mía
y
hoy soy consciente de que pasa.
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