Cuando las carnes se encuentran
fugazmente, durante la noche,
estando los cuerpos dormidos,
entre el tacto febril que en las sabanas deposita el sueño,
y de debajo de nuestros cuerpos suben,
sin alcanzar la consciencia,
vaharadas de calor humano,
fiebres en forma de sueños,
humedad de sudor que retiene el sudario.
Cuando, repito, las carnes se encuentran,
rozándose apenas en el tiempo,
sin que el instante se prolongue,
sin que llegue a crecer el deseo,
sin que el sueño se despierte,
sin que la oscuridad se alumbre,
la soledad es solo un concepto,
un fantasma que espanta tu cuerpo.
(I)
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