Se
encontraron en la selva,
el
paso era muy estrecho,
y
en vez de ponerse de acuerdo
se
pusieron al acecho.
El
rino lo vio llegar
y a
toda velocidad
fue
a meter el cuerno
para
no dejarlo pasar.
Aunque
fue casi al mismo tiempo
llegó
el elefante mas tarde,
pero
puso la trompa en medio...
en
medio de todo un alarde.
Se
mentaron a sus madres,
se
insultaron sin respeto,
se
tacharon de cobardes
en
repertorio completo.
Sin
importarles ya nada
mas
que imponer su razón
armaron
un gran tapón
al
resto de la manada.
El
como acabó la cosa
no
es realmente importante
si
no reflejar el talante
y
la actitud primorosa.
Que
sucedió es bien cierto
y
el traerlo a colación
no
tiene, en si, mas razón
que
hacer un llamamiento:
Ciudadanos de la selva,
no solo elefantes y rinos,
vacas, cabras, pollinos
y el resto de la caterva.
La convivencia es ciencia
que no requiere de luces
si no mas bien de paciencia
y ceder el paso en los
cruces.
Y al que hace gran alarde
de tener siempre razón
se ve que en una gran parte
la falla la educación.
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