Hay fuerzas que me exhiben,
que me recorren por dentro y todo lo alumbran,
y descubren aquello que no quisiera,
ni siquiera en el fin,
ver lo que soy, ver lo que tengo.
Verme por dentro y verme hacia afuera,
impulsado en el tiempo que todo lo quema,
resabiando, por fuerza, de todo lo humano,
diciendo, de antemano, cual es mi fuerza,
cual es mi puerta, donde mi mano.
Y así me rebelo
y aunque paso mi paso y tropiezo
por los puntos que antes viera marcados,
saliendo del pueblo, pasando el roble, el río o el sueño,
me desvío y me alzo, me escapo por donde puedo
para poder decir que mi vida es como yo quiero.
Y sé que no logro saber lo que quiero,
pues aún antes del momento ya dudo,
ya siempre,
si al soñar me despierto y me duermo en el sueño,
o si es mi consciencia la que se libera en ello.
Con la duda se hermana el tormento
y aliados a un tiempo me atacan y acaban
sin dejarme por muerto,
pues cuando acaba la cura arrecian su fuego.
Y es ya, por mas que lo dudo,
una forma extraña de juego
donde yo soy el objeto que ha de recorrer el camino correcto.
Y si me niego me dan un efecto
y vuelvo a caer en el sitio que quieren.
Y si sigo recto es mayor el tormento.
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