No comprendo tu temor
Es tan hermoso ser como yo
Lleno de odio, sucio de sangre
Poderte ver en su pupila antes
De que el temor, de que la muerte
Con la que tú le abordas vele la imagen
El olor de su miedo cuando comprende
Que en tu mano tienes su suerte
La suplica que no llega a pronunciarse,
La sensación de poder con que la acallas
El vértigo sensual que da la huida,
Entre los gritos de los heridos,
El dolor, los improperios,
compartiendo el ritual que tu celebras.
Y al final en tu guarida
Acodado en la barra, sabiéndote seguro
Recoges de quienes saben
Sin que tú lo cuentes
El miedo, el respeto, la complicidad
O simplemente la mirada.
Y luego el insulto sazonado de miedo
Las palabras de odio de los cobardes
Incapaces de matarte con su silencio.
Imposibilitados de herirte con sus ataques.
El desprecio infinito hacia sus alardes
Que solo son frustración y espanto.
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