Ensoñarse
en el recuerdo
no
dejando ni un momento
que
se me olviden los besos,
que
se aflojen los abrazos,
que
se pierdan los amigos,
que
se borren los paisajes,
que
los amores marchiten,
que
los placeres se aplaquen.
No
permitirse el olvido,
no
relajar la añoranza,
no
dejarse en el camino
ideas,
ni esperanzas.
No
limitarse en la vida
a
ver el tiempo que pasa.
Hay
que agarrarla bien fuerte
como
si alguna vez se acabara,
hay
que apurarla sin tino
por
si alguna vez terminara.
Hay
que hacer un disparate
de
cada instante que pasa,
hay
que hacerla escaparate
de
la vivencia y la farsa.
Y
el tiempo, el tiempo corrido,
le
presta cuerpo al dislate.
Recuerdo
, presente y mañana
en
cuanto se ponen escritos
no
son mas que tiempos marchitos
que
al escribirlos se escapan
que
al reflejarse se clavan
que
se imprimen en el alma,
que
sin quererlo destapan
la
vida y la hacen esclava.
Y
queriendo retenerla
la
cuento a todo el que pasa,
y
queriendo que sea mía
la
convierto en una trama
que
al reflejarse se enfría,
que
al olvidarse se ama.
Y
aun en ese momento
no
sé si le canto a la vida,
si
escribo sin fundamento,
si
predigo una despedida,
si estoy
reflejando un tormento,
si
es que la siento perdida,
si
es que la siento muy dentro,
muy
mía,
muy
fría,
muy
lejos,
reflejos.
Quizás
no es mas que una hoja
llena
de pretensiones.
Palabras
sin mas que se arrojan
y
forman cuatro renglones.
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