lunes, 23 de julio de 2012

Cuatro renglones


Ensoñarse en el recuerdo
no dejando ni un momento
que se me olviden los besos,
que se aflojen los abrazos,
que se pierdan los amigos,
que se borren los paisajes,
que los amores marchiten,
que los placeres se aplaquen.


No permitirse el olvido,
no relajar la añoranza,
no dejarse en el camino
ideas, ni esperanzas.
No limitarse en la vida
a ver el tiempo que pasa.


Hay que agarrarla bien fuerte
como si alguna vez se acabara,
hay que apurarla sin tino
por si alguna vez terminara.


Hay que hacer un disparate
de cada instante que pasa,
hay que hacerla escaparate
de la vivencia y la farsa.
Y el tiempo, el tiempo corrido,
le presta cuerpo al dislate.


Recuerdo , presente y mañana
en cuanto se ponen escritos
no son mas que tiempos marchitos
que al escribirlos se escapan
que al reflejarse se clavan
que se imprimen en el alma,
que sin quererlo destapan
la vida y la hacen esclava.


  
Y queriendo retenerla
la cuento a todo el que pasa,
y queriendo que sea mía
la convierto en una trama
que al reflejarse se enfría,
que al olvidarse se ama.


Y aun en ese momento
no sé si le canto a la vida,
si escribo sin fundamento,
si predigo una despedida,
si estoy reflejando un tormento,
si es que la siento perdida,
si es que la siento muy dentro,
muy mía,
muy fría,
muy lejos,
reflejos.


Quizás no es mas que una hoja
llena de pretensiones.
Palabras sin mas que se arrojan
y forman cuatro renglones.

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