Me aterra la conformidad general con los designios que el poder nos
marca, la extraña fatalidad con que la falta de amor y de magia nos emboza, el
embrutecimiento, la vergonzante renuncia a los principios, la ocultación premeditada
de los sentimientos, la desidia con que se afrontan las creencias carentes de
compromiso.
Todo vale si es molicie, si es acomodo nos sirve. Llevamos en la
alegría marcado con sangre el desatino, el destino atroz de una sociedad infame.
No hay comentarios:
Publicar un comentario