Lentamente
voy percibiendo las palabras que salen a mi encuentro
e intentan
explicarme sobre un mundo muerto,
lleno de
cadáveres injustos, como si hubiera otros,
lleno de
palabras cobardes,
que los
justifican, que los reivindican, que se los apropian,
de listas
interminables de agravios inexistentes, que exhiben los culpables,
de miseria y
oprobio que ocultan a los inocentes.
Lentamente,
con desgana, con asco, con una sensación intima de escarnio, voy percibiendo
las ideas, las justificaciones,
los grandes
ideales tras los que esconder la cobardía, el acomodo,
la lasitud de
un mundo edificado sobre los cadáveres ajenos,
sobre el
hambre que debiera de ser propia,
sobre la
ignorancia intencionada de los expertos,
sobre el
silencio de todos nosotros,
los vivos,
los supervivientes, los otros de los muertos,
los futuros
cadáveres que con su silencio solo ganaron tiempo,
los que
vendieron el futuro porque no era de ellos.
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