De
frente, te espero.
No
oculto la cara ni quiero
ocultarle
a mis ojos tu aspecto,
fiero.
Quiero
así esperar, circunspecto,
como
han de esperarte los hombres,
sin
miedo.
No
quiero, en fin, que me asombres,
ni
arranques de mis más lamentos,
se
fueron.
Con
la rabia que dan los tormentos,
y
el dulce sopor de estar muerto,
bien
muerto.
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