Tantos juegos, tanta gente,
Tantos nombres, tantos ecos,
Y la plazuela, sencilla,
Ajena a lo que yo recreo
Sigue sonando en silencio,
Porque el silencio es su sello,
Porque es umbría y recoleta,
Como claustro de vecinos,
Como plaza de monasterio,
A cacharros de cocina,
A sonidos hogareños,
Y, sin que nadie mas pueda oírlo,
Al ruido de mis recuerdos
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