Solo los intelectuales consideran a la
poesía como algo extraordinario, solo desde una perspectiva clasista se puede
ignorar que el poeta es popular, populachero, cantador de coplillas y de cuentos
que el tiempo fue haciendo intelecto. Cuantos pastores poetas, estibadores,
obreros, hacen poesía a diario sin que lleguen a saberlo, y cuantos aunque lo
supieran se atreverían a reclamarlo, identificando, porque así se lo dijeron,
poesía y sensiblero, debilidad y belleza, armonía y miedo. Hasta cuando la
belleza será patrimonio de aquellos que cultivando el hermetismo secuestran con
sus palabras de difícil entendimiento lo que no les pertenece, las coplillas y
los versos. Poetas que no creen serlo, poetas malos, poetas buenos, poetas que
contemplan el mundo y lo cuentan como creen entenderlo ¿quién puede atreverse a
poseer el canon de lo bello?. ¿Quién puede atreverse a decirme como he de
explicar lo que siento? Reclamemos la palabra como reclamaríamos el sustento,
en la calle, sin ningún miedo.
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