sábado, 8 de septiembre de 2012

Ya Es Noche Cerrada (08-2012)


Ya es noche cerrada. Desde mi ventana la vida esta marcada por las diferentes luces que salpican todo lo que mi vista abarca, empezando por la luz de mi vida que está situada en este momento a mi espalda. Hay otra vida oscura, enterrada, fuera de mi vista incluso en la plena luz del mediodía. Pero esa no puedo verla, solo la presiento.

Otras ventanas iluminadas marcan lugares donde la gente se mueve como contrastes de sombra tras los cristales, abiertos algunas veces, cerrados otras. En las calles, como si fueran balizas, las farolas de tonos blancos o anaranjados configuran un laberinto que corresponde a las calles que se entrecruzan, se retuercen, se ciernen en ocasiones sobre si mismas y van y vienen ignorantes de que puedan ser instrumentos que los seres vivos utilicen para deambular unas veces, para apresurarse otras o incluso para acercarse a su destino. Y allá a lo lejos, al final del pueblo, al pie del monte, algunas serpentean en su falda como niños que tienden sus manos para encaramarse a los brazos de su madre.

En el mar, como un collar de lejanía, como un camino sin inicio ni destino, los fachos de los barcos, llenos de la vida de los marineros y de la ya efímera de sus presas,  ponen luz al horizonte que la oscuridad ha difuminado y tienden una invitación de continuidad, de identidad, de fraternidad incluso, a la vida puramente química, o no, bullente e inalcanzable de las estrellas.

Ya es noche cerrada. Las ventanas iluminadas escasean y mis ojos muestran su voluntad de descanso. Es hora de apagar la luz a mi espalda y unirme a la vida aletargada que la oscuridad alberga. Hasta mañana –si dios quiere diría mi madre- el amanecer aguarda.

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