Quizás
todo sea de espuma,
sea
de espuma la roca,
lo
sean el río y el cielo,
y
el sabor que tengo en la boca
sea
de cieno y espuma.
Por
eso al mover la pluma
quedan
impresos lodo y espuma
y
nunca me paro en los besos
ni
en los rayos de la luna.
Ni
en el fulgor de parterres
ni
en el abrazo materno
ni
en los amantes
que
ya hubo poetas antes
que
olvidaron este infierno.
Mientras
haya hombres naciendo en el cieno
y
otros nazcan entre flores,
mientras
se invoque justicia del cielo
y
haya siervos y señores
mis
rimas serán espuma y hielo.
Seré
profeta del fuego,
amargura
de esplendores,
otorgaré
la oscuridad al ciego,
olvidaré
la dicha de amores
y
vestiré mis palabras de negro.
Porque
quizás todo sea de espuma
y
baste un ligero soplido
no
echaré en el olvido
tanto
dolor y amargura.
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