Cuanto
dolor niña,
cuanta
amargura,
parece
que a tu vida
la
abruman las furias.
Te
casaste con un niño,
tu
aun lo eres,
y
vinieron los hombres,
aun
no lo era,
se
llevaron su carne,
tambien
la tuya,
a
su infierno de odios,
sin
consultarte,
y
lo hicieron soldado,
y a
ti viuda.
Amantes
del dolor
les
diste por nombre
amantes
del dolor
de
cualquier hombre.
Cuanto
dolor niña,
que
poco peso,
en
el sombre timbrado,
en
el correo.
Cuanto
dolor vieja,
cuanta
amargura,
cuando
abriste las piernas
junto
a la cuna.
Cuanto
dolor madre,
que
poco peso,
cundo
cogiste al niño,
sucio
de sangre,
y
lo arrojaste al pozo,
no
lo miraste,
porque
en su vida no viera
a
los amantes.
Que
te cuenten a ti,
la
vieja loca,
que
los hombres precisan
de
las sangre de otros
para
salvarse.
Y
aunque llores ahora,
todos
los dias,
aunque
tires al pozo
llanto
y orquideas,
¿Quien
de los tuyos
ve
que lo amaste?
¿Quien
cree en tu amor?
¿Y
en tu locura?.
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