Decae
el fuego en el hogar
Y
la sensación opresora del invierno
Invade
con paso grave y postrero
A
los hombres que se aprietan junto a un fuego,
Y
aunque ya no sienten ni se inmutan,
En
su mente no cabe mas que un ruego:
Pasar,
Olvidar
que han vivido,
Si
a la imagen continua
De
la sangre vertida
Y
los cuerpos retorcidos
Se
le puede llamar vida.
Transitar,
Aunque
después no haya nada.
No
escapar más de las llamas,
No ver más los despojos,
Ni
la tierra abierta,
Ni
los cuerpos rotos.
Y
aunque va el alba despuntando
La
luz no ilumina ya unas tierras
Donde
todos los surcos son trincheras,
Donde
todos los hombres son mendigos,
Son
de luto todos los vestidos
Por
los hijos, por los padres, los amigos.
Morir,
Con
el ansia de la muerte
Que
tiene quien ha vivido
Siendo
experto en el peligro,
Siendo
un vivo ganador
Sobre
otros vivos que murieron.
Olvidar,
Dejar
atrás la memoria
De
este inmenso desatino,
De
este horrendo bacanal
Donde
es la sangre el vino
Y
la muerte el mejor mal.
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