Una vez más mi papel es de testigo,
otra vez mi función es el lamento,
por mas que deseo un portento
solo soy observador de tu castigo.
No se cual pueda ser tu culpa,
tus ojos solo hablan de miseria,
tus muertos de cólera y difteria,
tu hambre no admite la disculpa.
Que podría ofrecerte aquí sentado,
asomado sin quererlo a la ignominia,
que extraño proceso, que alquimia,
permitiría aliviarte y aliviado
yo estaría al mismo tiempo reposado,
y tu ajeno a la injusticia.
Que impotencia dios mío, que impotencia,
que furia inútil, socavante,
quisiera salir mundo adelante
buscando en cada uno tu presencia,
pero todo intento es alienante,
me enfrento a mi propia indiferencia.
Y tu mientras tanto vas muriendo,
con todas las muertes de la infancia.
Tu sangre desde el cuerpo se te escancia
en un largo y continuo sufrimiento
y yo mientras tanto me lamento...
rodeado del lujo de mi estancia.
A toda la muerte y la miseria que la TV me sirve puntualmente
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