Veo en el viento el trazo pausado
que escribe el paisaje y en el agua el trazo violento que el mismo viento ha
cargado. Sopla suave, amable, antes de furioso, implacable, alzar las olas como
en un conjuro y descargarlas demoledoras contra la costa de moldeable piedra
que no acierta a guarecerse. Nada con vida se
mueve, nada osa enfrentarse a su demoledor coraje.
Y después, pasado el momento, se
llama brisa y juega con soplo amable, dulce, refrescante, travieso, a ser
compañero de instantes íntimos y placenteros
El viento. El dulce, mortal
viento. El cambiante viento.
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