Alguna luna será la última en que mis ojos se recreen, alguno de sus rayos enredado con mi alma marcará el camino que ha de conducirme a nuevas realidades. Lo recorreré con el miedo que la insegura seguridad de perdurar en la existencia me proporciona, con el vértigo infinito que traspasar los abismos de un instante nos depara.
Espero que en ese momento, volviendo la cara que tal vez no tenga, pueda contemplar en mi interior, que tal vez no exista, la infinita, la eterna realidad de una única existencia. Quiero creer que será entonces, aunque sea por un instante, efímeramente, cuando pueda comprender, abarcar, existir y sentirme eterno. Y, plenamente satisfecho, nacer a la vida sin demora.
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