(Versión libre sobre un poema de Rilke, 1978)
Lentamente va la tarde mudando sus tonos,
amparado el desnudo de arboles viejos
y observando se alejan las tierras;
una que asciende y otra se viene.
Y te dejan sin que te unas a nadie.
no tan oscuro como la casa en silencio,
no tan seguro, desafiando lo eterno
como quien noche tras noche se inflama y expande.
Y dejando de lado, extraña y pesada,
tu vida angustiada, enorme y madura,
alguna vez comprensible, las más limitada,
una vez eres piedra y otras la luna.
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