sábado, 19 de marzo de 2016

Memoria de amante

Recuerdos de tu piel dormida, de tal vez la mía, exhaustos del mutuo conocimiento, colgados los jirones de suspiros, de jadeos, en extraños lugares junto a la cama.

Juntos aún en el sueño los labios repletos de sabor ajeno, entrelazadas las carnes armadas de futuros deseos, las manos reposando cerca, muy cerca, del placer compañero y los ojos dormidos repletos  de imágenes de tu cuerpo, del mío, de ambos sin frontera, sin tregua, sin tiempo.

Húmeda la escasa ropa de la cama del rastro de los cuerpos, posiblemente una sonrisa que nada tiene que ver con la alegría.

El pelo revuelto, dormido, enredado en rizos que buscan abrazarse, entrelazarse como si fueran otros brazos, de otros cuerpos. Sueño, si, reparador, precursor de nuevos sueños. Abrazados para no alejarnos, para no perdernos. Juntos, casi unidos, buscando el fundido pleno que la carne demanda. Seguros como el presente de nuevos encuentros.

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