No he encontrado consuelo en tus palabras
Ni he sentido el abrazo de tus brazos.
No he hallado el refugio que esperaba
Que el momento y que mi alma demandaban
Que busqué con ahínco en esos lazos
Que entre tú y yo me imaginaba.
Solo ante mi pena, abandonado,
Tú presencia laceró, aún más, mi alma
Al hallar que el refugio, que la calma,
Que mi pena necesitada demandaba,
Se quedaba implorante, en la estacada,
Y yo mismo finalmente escarmentado.
No serán otros brazos, no los quiero,
Los que puedan venir en mi rescate
No serán las palabras de otras gentes
Ni consuelos oportunos, diligentes.
Mi único consuelo, mi acicate,
Será comprobar que ya no espero.
Ya no espero palabras ni consuelo
Refugiando mi futuro en esa espera
Ya no ansía mi cuerpo más abrazos
Y la pena, acomodada en mi regazo,
Va siendo finalmente compañera,
Fortaleza de mis alas en mi vuelo