Recuerda, en la pronunciación de
la r se contenía toda la rabia del mensaje. Recuerda, parecía más un gesto, una
acción intimidatoria, que una simple palabra. Inténtalo, parecía pasar de la
agresión a la súplica, de la desesperación a la desesperanza. Pero el recuerdo
no acudía, perdido en nebulosas de ensoñaciones, en personajes cuya ausencia
suplantaba la presencia de los que tenía al lado, seguía aferrado a la
irrealidad que irradiaba hacia la realidad ajena, hacia la necesidad cotidiana
que el ya no sentía de aferrarse a la realidad compartida. Recuerda, la r ya
vibraba mucho menos, apenas, haciéndose eco de la lejanía insuperable que hacía
que la palabra no fuera más que un sonido, un deseo inasequible de cercanía y
reconocimiento.
Madrid, 05/06/2013