lunes, 26 de agosto de 2013

Hombre y Gaviota

La vi pasar bajo mi atalaya, más leve que el aire, volando sin apenas agitar las alas, jinete del aire recreado, encandilado, dominado. Tal era su pericia que su envidiable facilidad incitó a mi mente a intentar el salto y a horcajadas, aposentado sobre su lomo plumoso, volar mis fantasías como jinetes de novelas leídas, como caballero de monturas mitológicas, como Ícaro de alas prestadas cerniendo el paisaje.
Las fantasías nunca se limitan y soberbia la mía en ese instante, en un más difícil todavía, realizó un segundo salto aún más imposible, zambulléndose mi  mente ebria de sensaciones en la suya, haciéndose ambas al momento idénticas, simbióticas. Y me vi, me sentí, gaviota volando bajo la ventana de aquel embobado ser que me contemplaba arrobado, vagamente familiar su figura, apenas reconocible desde mis alturas que claramente anhelaba.
Con una picuda sonrisa, no cómplice ni desdeñosa, varié la posición de mis alas y me dejé caer a velocidad creciente hacia un cada vez más próximo mar. Planeé apenas el tiempo necesario para atisbar una sombra veloz y plateada que anunciaba la presencia del sustento. Me dejé caer poniendo todo mi peso en el empeño, el pico al frente, las alas recogidas. El aire a mi alrededor apenas lograba retenerme y la sensación del aire hendido por mi cuerpo me hizo aullar íntimamente de júbilo incontenible. Luego el agua, fría, densa, y de nuevo el aire. La captura intentando zafarse de mi pico fue solo el premio material que acompañaba a la alegría feroz de cazador satisfecho.
Remonté el vuelo una, dos, tres veces, anticipando el festín que debía de defender de las otras que me rodeaban.

La perdí de vista al alzarse del agua perseguida por otras menos afortunadas. Giró en el aire, se elevó una, dos, tres veces y se ocultó en su vuelo tras la fachada de una casa cercana. Me alejé de la ventana agotada tras la pesca. 

viernes, 2 de agosto de 2013

Es Galicia

Es Galicia, soy gallego. Otro año más, es otro intento, traspaso las fronteras que llevo dentro invirtiendo los caminos que recorrí de pequeño. Otra vez más, y ya no las cuento, regreso a mi íntimo hogar en busca de mi alma, de la fuente de la eterna pertenencia y del bálsamo de mis ancestrales recuerdos.

Es Galicia, está lloviendo.  Como líquido amniótico que cayera desde el cielo y quisiera facilitar, marcar, acompañar una vez más a mi renacimiento. Como un umbral líquido que  traspasar para encontrarme de nuevo dentro, otra vez limpio, otro año más dispuesto a poner mi alma a cero.


Es Galicia y yo he vuelto, como ave migratoria, estacional, como gallego.